InicioSalud y bienestarGeriatras: médicos de cabecera para las personas mayores

La geriatría es la rama de la medicina que se dedica a estudiar las enfermedades que aquejan a las personas mayores y a su cuidado. El o la geriatra considera los aspectos clínicos y también los que pueden ayudar al tratamiento, prevención y rehabilitación del o la paciente, integrando aspectos familiares y sociales. Proporciona también herramientas para la atención de la persona adulta mayor sana o enferma, en etapas agudas, subagudas, crónicas o en situación terminal.

 

El objetivo primordial de la Geriatría es lograr el mantenimiento y la recuperación funcional de la persona mayor para conseguir el máximo nivel de autonomía e independencia. Para lograrlo, se requiere la participación de especialistas de la salud, la familia, las personas cuidadoras, las amistades o núcleo social cercano. Este propósito se complementa con otras acciones que en conjunto dan sostén al desarrollo de dicha especialidad.

Algunas de estas acciones son:

1.  Manejo de los síndromes geriátricos, los cuales hacen referencia a las condiciones comunes que afectan a las personas mayores: demencia, delirium, depresión, caídas, trastornos de la marcha y el equilibrio, alteraciones sensoriales, trastornos del sueño, incontinencia, desnutrición, trastornos orales y dentales, dolor, úlceras de presión, fragilidad, síncope, sarcopenia, entre otros.

2.  Optimización de la provisión de cuidados a través de la coordinación de recursos en todo el ciclo de vida de la enfermedad, basado en la evidencia científica y orientado a mejorar la calidad y los resultados (clínicos, económicos, calidad de vida y satisfacción de usuarios y profesionales) al menor costo posible, sobre todo en aquellas enfermedades crónicas o que generan dependencia como diabetes, síndrome metabólico, falla cardiaca y cáncer.

 3.  Reconocimiento de la complejidad del proceso de envejecimiento y sus desenlaces: persona adulta mayor sana, fragilización precoz, riesgo de discapacidad, enfermedad terminal.

4.  Comprensión y reconocimiento de la interacción entre envejecimiento, enfermedad, estado clínico y estado funcional del paciente.

5.  Comprensión del uso apropiado de los medicamentos, evitando riesgos en su interacción.

6.  Coordinación del cuidado entre los posibles proveedores de salud a fin de mantener la independencia funcional y la calidad de vida.

7.  Evaluación y organización de los servicios sociales y de salud para propiciar la productividad y la inserción social de la persona mayor.

8.  Asistencia para familiares y personas cuidadoras que enfrentan las decisiones y el cuidado relacionados con la declinación funcional, la pérdida de la autonomía, la provisión de cuidados y los retos que impone la enfermedad terminal.

9.  Organización de sistemas de cuidados a largo plazo y cuidados transicionales.

10. Inserción de la persona mayor en la comunidad.

11. Desarrollo de capital humano en la geriatría en particular y en general, en torno al envejecimiento y las personas mayores.

12. Investigación estratégica que aporte conocimiento encaminado a resolver los problemas que aquejan a las personas mayores.

¿Quién debe acudir con el o la geriatra?

Hay varios grupos de personas mayores que lo requieren:

Personas mayores de 65 años. De acuerdo con las características y el diagnóstico de la persona, el o la geriatra recomendará actividades preventivas personales para lograr un envejecimiento saludable. Además, ayudará a la detección precoz de disminución de la memoria, capacidad cognitiva, pérdidas insignificantes de funcionalidad o síntomas que denoten la presencia de otras enfermedades.

Personas mayores de 65 años con más de tres enfermedades crónicas. La labor del o la geriatra es el manejo adecuado de los múltiples medicamentos para frenar el avance de la enfermedad y favorecer la autonomía de la o el paciente.

Pacientes mayores de 80 años, con o sin patología crónica. Debido a que estas personas presentan disminución de sus capacidades fisiológicas, están expuestas a presentar enfermedades agudas que con facilidad requieren de hospitalización para mejorarlos.

Asimismo, pacientes que presentan enfermedades propias del envejecimiento como demencia, incontinencia urinaria, osteoporosis, entre otras.

La emisión de un diagnóstico y de medidas específicas para su tratamiento por parte de profesionales de la salud y la colaboración de la familia y personas cuidadoras, ayuda a mejorar o a estabilizar la salud del o la paciente y lentificar su deterioro a medida que envejece, además de reducir la posibilidad de hospitalización. Es por ello y ante el envejecimiento innegable de la población, que resulta de suma importancia la labor del o la geriatra.