Tener amigos, es importante en todas las edades, pero en la adultez significa tener alguien con quien celebrar, o intercambiar experiencias, consolarse, entregar mutua atención, tener un referente con el cual seguir cultivando la felicidad. Además, las buenas vivencias generan recursos poderosos para sortear los momentos de tristeza y de soledad. Todas las veces que uno la pasa bien y el vínculo es sano, se producen protectores que generan una especie de cuidado del envejecimiento de las propias células.
En cambio, la soledad es lo opuesto, porque genera temores, nos va produciendo angustias y desafíos que no serían necesarios si tuviéramos vínculos de cooperación y de compañía entre uno y otros.
Este siglo, como pocos, ha puesto en relevancia la amistad. Porque básicamente la cooperación ayuda a soportar mejor las pérdidas y a compensarlas mejor y el registro de la proximidad de la muerte, de la finitud, hace que en la vejez los amigos, los compañeros de trayectorias, sean vitales.
Forjar nuevas amistades en los años dorados puede requerir un poco más de esfuerzo. A medida que pasan los años, los cambios normales en la vida, como la pérdida de un cónyuge, la pérdida de la audición o de la visión, y los problemas de salud y de movilidad pueden afectar la vida social y, por extensión, el bienestar. Se vincula a la soledad con un mayor riesgo de deterioro cognitivo, demencia y depresión. También se la vincula con enfermedades cardíacas, ataque cerebral y presión sanguínea alta. De hecho, un famoso estudio de 2015 concluyó que la falta de conexiones sociales era tan perjudicial para la salud como fumar 15 cigarrillos por día.
En resumidas cuentas, los amigos son esenciales.
Son buenos para el cuerpo y la mente
Al igual que la soledad puede dañar nuestra salud, las amistades pueden mejorarla de muchísimas (y, a veces, sorprendentes) maneras. Diversos estudios han descubierto que socializar puede fortalecer el sistema inmune. Puede ayudar a recuperarnos más rápidamente de una enfermedad, a disminuir la presión sanguínea y el riesgo de sufrir enfermedad cardíaca, también puede ayudar a agudizar la memoria y a dormir mejor de noche. Además, puede mejorar nuestras probabilidades de tener una vida más prolongada. Según un estudio, las personas con conexiones familiares y amistades sólidas tienen un 50 % más de probabilidades de tener una vida más prolongada que aquellos con pocos vínculos sociales.
Los amigos pueden fortalecer el sistema inmunitario, ayudarnos a recuperarnos más rápido de una enfermedad, agudizar nuestra memoria e, incluso, permitirnos tener una vida más prolongada.
Hacer nuevas amistades
Cuando se trata de construir un círculo social, los expertos sugieren buscar personas que brinden contención y compartan sus intereses. Aquí te dejamos algunas buenas maneras de conocer gente nueva: