Las emociones son reacciones que tenemos frente a las experiencias de la vida. Son personales e intangibles, es decir, no las podemos tocar ni ver y, por eso, se dificulta mucho su comprensión, manejo y expresión. Aunque los expertos en psicología, neurología y otras disciplinas afines llevan años estudiando el comportamiento humano y, por ende, las emociones, sigue siendo un tema complejo y difícil de explicar.
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Cómo nos sentimos y por qué es la pregunta constante que todos los seres humanos nos hacemos para poder materializar las emociones, encontrarles un sentido y darles el manejo apropiado a cada una de ellas.
¿Qué es una emoción y cómo está compuesta?
Una emoción es una respuesta a un estímulo, sea: experiencia, situación, recuerdo, ilusión, aprendizaje, comportamiento de otra persona. Se compone de tres reacciones, a lo que se le llama “triple respuesta emocional”. Veamos cuáles son:
Respuesta neurofisiológica: se refiere a reacciones físicas al experimentar una emoción, como: taquicardia, mareo, dolor de cabeza, sudoración excesiva, incapacidad para hablar bien, visión borrosa. Todas respuestas del organismo que, aunque son difíciles de controlar, pueden mejorarse con diferentes técnicas. Este tipo de respuesta neurofisiológica nos permite comprender que estamos experimentando una emoción, aunque no sepamos bien cuál es.
Respuesta comportamental: tiene que ver con el lenguaje no verbal, la expresión facial, el tono de la voz, llanto, puños apretados. Es el comportamiento de cada persona frente a la sensación de alguna emoción. Este tipo de respuesta se puede aprender a manejar para hacerla menos evidente cuando es el caso de una emoción fuerte, que puede impulsarnos a hacer cosas que no queremos hacer o a decir cosas que no queremos decir. A esto se le conoce como manejo de la expresión emocional.
Respuesta cognitiva: la más compleja de las respuestas emocionales y la que más debemos aprender a entender para darles un mejor manejo a las emociones, y poder comprender por qué nos sentimos de cierta manera. La respuesta cognitiva nos permite tomar conciencia de lo que estamos sintiendo para darle un nombre y etiquetar la emoción según su función, es decir, si es negativa o positiva. “Tengo una rabia que me domina”, “Siento un temor indescriptible”, “Estoy tan feliz que no lo creo”, entre otras, son ejemplos de respuestas cognitivas a una emoción predominante. Sin embargo, este tipo de expresiones de la emoción generan una limitación en función del lenguaje que, algunas veces, nos genera una ausencia de explicación, como cuando sentimos algo y “no sabemos qué nos pasa”.
La respuesta cognitiva está asociada al llamado sentimiento. El sentimiento es la emoción consciente y activa que nos permite acortarla o alargarla en tiempo y en intensidad. A esto se le llama regulación emocional.
Universo de emociones: una vez que comprendemos la composición de las emociones podemos intervenir en sus respuestas. Las emociones son inherentes al ser humano, pero cómo reaccionamos ante ellas es lo que nos hace diferentes en carácter y comportamientos.